Formación para novios y esposos
PALABRAS (5)
-
Santiago 3:10-11
-
“De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.”
-
Es una contradicción que una persona ore a Dios, le dé gracias, le pida bendición y al mismo tiempo ofenda, aplaste y hable mal de otros, especialmente en situaciones de error o fallas de esas personas. Todo debe estar equilibrado según las enseñanzas de Dios. La bendición debe sustituir a la maldición en nuestras palabras porque ese es el equilibrio que viene de Dios.
-
Santiago 3:19
-
“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”
-
Aprender a escuchar y saber hablar implican un sacrificio constante y una disciplina que solo termina con la muerte.
-
Mientras más pronto se inicie ese proceso de aprendizaje, más pronto se experimentará el beneficio espiritual, emocional y social que esto conlleva. Es un proceso que hay que hacer personalmente, sin esperar a que otros nos presionen a hacerlo.

-
Salmos 12:7
-
“Las palabras del Señor son palabras seguras, son como plata refinada siete veces en el horno.”
-
Dios nos ha dado como modelo de toda palabra la vida de nuestro señor Jesucristo. Sus actos, su vida y sus palabras, son todo lo que debemos imitar, aprender y reproducir en nuestras relaciones familiares y de trabajo. Por lo tanto, nuestras palabras deben parecerse cada vez más a las palabras de Jesús, verdaderas, auténticas, justas, amorosas.
-
Juan 6:68
-
“Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.”
-
Las palabras humanas tienen la huella de las palabras de Dios, porque el hombre ha sido creado a su imagen y semejanza. Es decir, tienen una fuerza especial que se refleja según el sentido, la intención y la forma en la cual las pronunciamos. Depende de nosotros dirigir esa fuerza con un sentido constructivo o contaminarla con fines egoístas o destructivos.
-
Colosenses 3, 21
-
“Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.”
-
Muchos padres de familia poseen la tendencia de corregir intensamente a los hijos. Como que esperan que los hijos cambien instantáneamente y al no observar mejoría aumentan la frecuencia de las correcciones, en ocasiones acompañándolas con actitudes agresivas, impacientes. Esto no es conveniente a pesar de estar bien intencionado.
-
El mismo Dios a través de las palabras de San Pablo ilumina a los padres diciendo que el exceso de corrección es contraproducente, es decir, produce el efecto contrario.
-
Es necesario aprender de la sabia pedagogía de Dios para que los padres sean justos y al mismo tiempo amorosos con sus hijos.
-
Una corrección frecuente basada solamente en la autoridad es una corrección incompleta.
-
A veces hay que actuar con firmeza y se debe hacer con justicia basada en el amor.
-
Efesios 6, 4
-
“Y ustedes, padres, no sean pesados con sus hijos, sino más bien edúquenlos usando las correcciones y advertencias que pueda inspirar el Señor.”