Formación para novios y esposos
¿La cruz del matrimonio? (3)
“El que quiera seguirme …”
El sacramento del matrimonio es una de las formas de seguir a Jesús, pues, conforme dice el Catecismo (numeral 1604), el amor entre el hombre y la mujer se convierte en imagen del amor con el cual Dios ama al hombre y lo llama a la vocación del amor.
Es un vínculo que ha de recibirse libremente, sin presiones, con un nivel adecuado de consciencia acerca de la naturaleza e implicaciones que conlleva.
Por ser un vínculo basado en el amor, requiere una disposición permanente de crecimiento y madurez emocional.

Cuando los esposos reciben el sacramento, continúan más decididamente un proceso de transformación mutua a través del cual su psicología interactúa constantemente sacando a la luz características adecuadas e inadecuadas que deben ser identificadas, ajustadas y manejadas en función de la convivencia matrimonial.
Es un proceso dinámico, muy enriquecedor e intenso que dura toda la vida. Es un proyecto realizado entre Dios y los esposos, cuyos objetivos
incluyen realizaciones en el ámbito espiritual/religioso, como por ejemplo la consolidación de un camino de santidad.
Queda claro que la Iglesia apoya este sentido profundo del matrimonio como camino de perfeccionamiento y encuentro con Dios y así lo enseña y lo difunde.
La decisión de casarse, además de basarse en un sentimiento amoroso claramente definido, tiene un componente volitivo, es decir, la voluntad de unir la vida propia a la de otra persona, querer voluntariamente aceptar y recibir esa unión.